“El esfuerzo sistemático por develar el eterno enigma que hostiga sin cesar la insaciable curiosidad del hombre, constituye la filosofía”.[1]
Cuando nos referimos a filosofía el primer escollo es poder definir qué es “filosofía”. Sabemos que etimológicamente significa “amor a la sabiduría o amor al saber”. Parece simple. Hoy podría traducirse como “amor a internet o amor a google”. Prácticamente, todo el conocimiento existente hoy puede encontrarse en el cyberespacio. Sino en internet, en la darknet. Entonces, millones de seres humanos hoy podrían ser considerados “filósofos”. Sin embargo, a simple vista nos damos cuenta de que la sabiduría no es lo mismo que el almacenamiento de conocimientos. Análogamente, “datos” no constituyen “información”.
La sabiduría como ideal requiere, además de la adquisición de diversos conocimientos, ya sea por la vía de una escuela o de la vía autodidacta, de un procesamiento que pasa por la capacidad de nuestra mente para llegar a comprender la interrelación existente entre lo observado, nosotros y nuestro entorno.
Cuando me refiero a “mente” no estoy haciendo mención al “cerebro”, con todas sus conexiones neuronales, sino más bien, al ser humano integral constituido de un cuerpo tangible y de una esencia intangible, que llamamos alma, espíritu, chi, chispa divina; en resumen “eso” que percibimos y no necesariamente sabemos definir, pero está la certeza de que le da esa característica especial al ser humano, que le permite evolucionar.
En la antigüedad, desde los filósofos presocráticos hasta los de la Edad Moderna, la filosofía albergaba a todos los conocimientos existentes en su época. Se consideraba “sabios” a aquellos que evidenciaban tener una mayor cantidad de conocimientos. Posteriormente, distintas materias se fueron separando de la filosofía y dieron paso a las diferentes ciencias como las matemáticas, la física, la química y la biología, entre otras.
La filosofía entonces mantuvo en su esencia el preguntarse respecto de un objeto en general, tratando de concebir una respuesta del origen del fenómeno aceptando que la observación con nuestros sentidos es insuficiente. La ciencia, por su parte, se aboca a un objeto en específico y valida la existencia del fenómeno cuando lo puede describir cuantitativa o cualitativamente, desde las capacidades humanas que conoce.
La filosofía ha albergado las múltiples interrogantes del ser humano. Ha desarrollado diversos métodos como la “mayéutica” que consiste en preguntar, la “dialéctica” que consiste en presentar una postura contra-opuesta, no contraria necesariamente, algo así como ser “abogado del diablo”, la “lógica”, la “deducción”, la “intuición racional” y otras.
Entonces, la filosofía es una metodología que los seres humanos han usado para lograr responder profundos cuestionamientos de la existencia, que no pueden ser resueltos por la vía del método científico. No hay una disputa entre ciencia y filosofía. Son visiones desde distintos puntos de observación. Lo interesante es poder reconocer que nuestro ser integral está inmerso en un mundo físico, absolutamente tangible y medible, y paralelamente, en un mundo espiritual e intangible.
[1] Lecciones preliminares de filosofía, Manuel García Morente, Ed. Losada, 17 Edición, 1974, pag. VII.
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