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LA EXTRAÑA FORMA DE COMPRAR UN AUTO

Actualizado: 6 jul 2018

El año 2002 tenía un pequeño FIAT147 que me quedó chico para poder pasear a mi hija y sobrinas gemelas que en ese entonces tenían 8 y 11 años respectivamente. Sin proponérmelo me puse a revisar los avisos de venta de autos en el diario y encontré un SUBARU LOYALE STATION del año 1990 con 60.000 Kms. Lo primero que pensé fue que habían “arreglado” el odómetro (el comúnmente llamado “cuenta kilómetros”). No me parecía posible que un auto que ya tenía 12 años circulando tuviera ese kilometraje.

La verdad es que fui a verlo de puro copuchenta. Para mi sorpresa el auto parecía nuevo y me enamoré...del auto. Era justo lo que necesitaba. Ahí me enteré que la dueña era una señora que salía solo los fines de semana a misa y a almorzar después donde su hermana. El resto de la semana estaba guardado en el tercer subterráneo de un edificio de Ñuñoa. Por eso estaba sin desgaste.

Entonces el acuerdo de venta consistió en que dejé un cheque en garantía (entiéndase sin fondos) con el compromiso de que fuera cobrado unos días después y hecho esto se haría el trámite en la Notaría de cambio de propietario y me llevaría el auto. Todo como viento en popa. Se dieron las cosas sin haber tenido en principio la intención de comprar, solo sabía que necesitaba cambiar el fiel FIAT pronto.


SUBARU LOYALE

Pasaron 14 años, mis hijos y sobrinas creciendo y yo junto al LOYALE envejeciendo. En realidad nunca estuve pensando cambiarlo ora por recursos ora por uso. La bien verdad que desde el 2009 en adelante ya no lo ocupaba mucho, porque durante la semana iba a mi trabajo a pie. Por lo tanto, no estaba la necesidad imperiosa de cambiarlo.

El año 2016 varias veces un señor que trabajaba de guardia en mi empresa me preguntaba si iba a vender el auto. Siempre le decía que no pensaba venderlo, pero fue tanta su insistencia que empecé a considerar la posibilidad de cambiarlo. El LOYALE ya tenía 26 años y 180.000 kilómetros recorridos. Había largamente satisfecho mis expectativas los 14 años que me había acompañado. En el mismo tiempo se anunció que los vehículos catalíticos fabricados hasta el año 2011 iban a estar sujetos a restricción vehicular para disminuir los niveles de contaminación de la ciudad. Entonces creí que ese era otro argumento para ir pensando en cambiar el auto.

En eso un día me junté con un amigo mío a conversar un cafecito. Hablamos de lo humano y lo divino, poniéndonos al día de nuestras vidas ya que no nos vemos muy a menudo. Entonces le digo:

- Parece que me voy a tener que comprar un auto...

- ¡Ya estaba bueno del vejestorio (entiéndase el LOYALE)!

Entonces le explico a mi amigo que el guardia me lo quiere comprar y el tema de la restricción, etc... Aunque el mayor problema, es que el estacionamiento que ocupo lo arriendo al condominio del edificio donde vivo y como no es de mi propiedad, para no perder el cupo, si vendo el LOYALE tengo que saber poner otro auto de inmediato en su lugar.

- ¡Te vendo el mío! – me dijo.

- Ya. Se lo compro. – contesté medio en serio y medio en broma.

- Claro, anda a buscarlo.

- ¿Y en cuánto me lo vende?

- A ver... 11 “palos” (once millones).

Me largo a reír y le explico que con ese valor ninguna posibilidad. Si vendía el LOYALE a lo más recibiría medio millón. De ahí saltar a once millones, era difícil por decir lo menos.

- Pero pídele plata al banco...

- Honestamente no creo que me presten ese monto.- le contesté.

- ¡De más que sí!

- Ok.- le dije- Hagamos una cosa: yo voy a ver si consigo el dinero y la próxima semana le respondo. Si se alinean los planetas, entonces hacemos negocio y si no, seguimos tan amigos como siempre.

Entonces me acordé de preguntarle algo importante, que había omitido, porque no tenía dudas de que, independientemente del auto que se tratara, estaría como nuevo, porque mi amigo es muy cuidadoso con sus cosas:

- ¿Qué marca es tu auto?

- Ah, es un SUBARU LEGACY 2.5. – y me siguió contando las maravillas del auto y yo me convencí que era casi una nave espacial. Había que tenerlo.

Unos días después, luego de consultar al banco y sin moverme de mi escritorio, en estricto rigor, de repente tenía el dinero para comprar el LEGACY.

Vendí el LOYALE al guardia, compré el LEGACY y cuando lo fui a buscar, entonces lo conocí. Me encantó y fue amor a primera vista. También descubrí que definitivamente los hombres enloquecen con los autos. Desde que tengo este auto nuevo, porque en realidad estaba nuevo con escasos 23.000 kilómetros andados, mis vecinos que con suerte me saludaban, ahora se acercan para conversarme del auto. La expresión más recurrente de ellos para definirlo es: “¡Rico el auto!”


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