Esta pregunta que puede formularse de diversas formas, es una interrogante que quizás algunos hayamos tenido. La podemos haber expresado como:
¿Que es estar en pareja?
¿Qué diferencia hay entre una relación de pareja y una relación de amigos?
¿Tengo o he tenido una real relación de pareja?
¿Entre mi pareja y yo hay un vínculo especial?
¿Somos pareja o somos amigos?
¿Basta con tener una buena y cordial para que seamos pareja?
Todas estas preguntas y otras más que podríamos enunciar, me llevaron a reflexionar en cómo yo podría definir, desde mi experiencia, qué es “ser pareja”, cómo identifico este vínculo como único, si es que debe ser único, respecto de otros vínculos.
Primero quiero establecer que aquí no estoy hablando de las relaciones formales sino del nexo interior, entre seres. Ya sea estar casado, de novios, de amigos con ventaja, de amantes o de convivientes, no tiene por sí un significado de “pareja” de acuerdo a lo que plantearé. No pretendo tampoco hacer una crítica moral respecto a las estructuras de relaciones de pareja enunciadas anteriormente. Obviamente, todas ellas conllevan una particular forma de relacionarse y que consecuentemente, en términos genéricos las llamamos “parejas”. Tampoco es una garantía para ser pareja, el tener una etiqueta de relación, como por ejemplo, “casado”.
Sin lugar a dudas, cualquier relación para que comience, debe haber generado atracción y un estado de “placer” con el otro. No solo es el placer sexual o físico, sino el placer que me genera el otro, ya sea porque me hace reír, la conversación fluye, es interesante, me siento seguro o segura a su lado y “yo” satisfago de alguna manera mis expectativas , lo que me hace sentir bien. En este punto, mezclamos el romanticismo, que nos lleva a un estado mágico, lo denominamos “amor” y comenzamos nuestra relación de pareja.
La experiencia de enamorarse la hemos vivido instintivamente, con mayor o menor intensidad y después de que pasa esta ilusión, para no perderlas todas, empezamos a jugar con las palabras y los significados:
“Era enamoramiento y no amor...”
“Tú creías que era amor, pero te equivocaste.”
“Cuando realmente te enamores, lo vas a saber.”
“Fue solo “calentura”[1].
“Para ti fue amor pero el otro te traicionó”.
“El amor no existe”.
“Tenías que haber tenido los pies en la tierra”.
Ustedes pueden agregar otras frases. En general, se trata de sobrellevar la disolución del vínculo al plano racional. Mi pregunta es ¿existió ese supuesto vínculo? ¿Realmente fuimos pareja?
Tengo que partir desde un supuesto esencial:
“Cuando la relación comenzó, ambos integrantes eran sinceros, se agradaban mutuamente”.
Quedan excluidas aquellas relaciones donde uno o ambos generaron un vínculo con propósitos egoístas, como estafar al otro u obtener un reconocimiento personal como consecuencia de tener de pareja al otro.
Volviendo a la vinculación entre personas, me refiero a la vinculación emocional de sus seres internos. Durante nuestra vida experimentamos estos tipos de nexo. Generamos vínculo con nuestros padres, familia, amigos, colegas y parejas. En algunos podemos diferenciarlos fácilmente, como por ejemplo, el vínculo entre mi hermano y mi amigo. Claramente los reconozco distinto y no hay un “más que” o un “menos que” entre ellos, porque pertenecen, por así decirlo, a estratos distintos.
Nuestros problemas comienzan cuando tengo que diferenciar entre mi amigo y mi pareja. Se escuchan algunas sentencias relacionadas, pero que no necesariamente me dan pistas claras sobre que es “ser pareja”:
“Tu pareja tiene que ser tu mejor amigo o amiga”.
“O eres pareja o eres amigo”.
“Puedes tener un mejor amigo y que no sea tu pareja”.
“No seas pareja de tu mejor amigo, porque sino resulta te quedas sin pareja y sin amigo”.
“El amor platónico no existe”.
“Un hombre y una mujer no pueden ser amigos”.
Más allá de lo que da uno piense de estas frases, que las puede compartir o no, que no son materia de análisis en este artículo, pienso que crean una gran confusión al momento de uno poder responderse ¿tengo una pareja? ¿quiero una pareja? ¿cómo sé si no tengo la ilusión de ser pareja?
Estoy convencida que cuando uno inicia una relación, no está pensando en la fecha de vencimiento. Uno en ese momento quisiera que fuera “hasta que la muerte nos separe”. Pero bien sabemos que lo cuentos de hadas[2], si existen, son escasísimos.
Independientemente, de que la relación se desarrolle por más o menos tiempo, incluso si culmina en una convivencia o con fiesta y torta, según mi parecer (por favor, esto es solo mi opinión y no pretende ser una verdad absoluta) todavía no se puede asegurar si son pareja o amigos.
Desde mi perspectiva, la relación de amigos tiene un componente particular que lo diferencia de la relación de pareja. En los amigos ambos siguen siendo ellos mismos. Por decirlo así, “juntos pero no revueltos”. Uno puede tener mucho cariño por sus amigos. Cuando digo amigos aquí, no son esos muchos con los que nos relacionamos y también les decimos “amigos”. No. Me refiero a esos que malamente uno llama “mejores amigos”, “buenos amigos” o “leales amigos”. Si son amigos, está implícito ser bueno y leal. A los amigos unos los apoya, los quiere, está con ellos, pero no constituimos “una unidad” con ellos. Seguimos siendo “dos individuos”. Respetamos sus decisiones, nosotros tomamos las nuestras y aunque no estemos de acuerdo, seguimos siendo amigos, manteniendo nuestra propia autonomía.
Sorprendentemente, esta relación de “amigos” descrita anteriormente la he observado en supuestas relaciones de parejas consolidadas de muchos años. Se llevan bien, sin problemas económicos, viven en una aparente tranquilidad, se respetan y así pasan los años... Es una elección válida.
Justo este es el punto adónde quería llegar. ¿Cómo creo yo que es entonces ser pareja?
Lo podría definir como “somos uno”.
¿Qué es ser uno?
“Ser uno” es construir, seguir una meta o tener proyectos donde ambos están involucrados. No quiero que se piense en que un integrante de la pareja se anule en función del otro. Ambos tienen su espacio, se conocen mutuamente con sus virtudes y sus vicios, no se comparan entre ellos y aportan a este caminar juntos por el placer de estar juntos. No hay cuentas que sacar como:
“Yo tengo más salario que tú”.
“Aquí en la casa mando yo”.
“Yo aporto (en cualquier sentido) más que tú.
“No soporto que tú tengas un trabajo mejor remunerado que el mío”.
“Yo soy quien más ha entregado en esta relación”.
“Ser uno” es aceptar y aceptarse. Lo superfluo deja de tener importancia y con ese otro con el que soy uno, vivo día a día, lo dulce y lo agraz, pero no tengo frustraciones ni carencias, porque en el complemento de ambos logramos el ideal de bienestar. No solo se experimenta ese estado romántico del inicio de la relación, sino que a pesar de ver al otro tal como es, uno sigue sintiendo la fortaleza del vínculo. No hay secretos, por que el otro también a una la ve tal cual y la acepta tal cual. No importa si el camino juntos va a ser fácil o difícil, lo que sí se sabe, es que juntos podrán superar los obstáculos. Se deja de pensar egoístamente, no hay un tuyo o mío, sino un “nuestros”. Esto sin dejar de respetar algunos espacios individuales que son necesarios. Pero este vínculo está presente en todo, porque uno deja de pensar “para sí” y piensa “para nosotros”.
Quiero pensar que este “ser uno” es una posibilidad que todos tenemos, pero no siempre la consolidamos. La vida es tan corta y se nos pasa sin darnos cuenta. Por eso, cual sea nuestra elección, vivámosla con amor y felicidad. Que con quien compartamos nuestra vida, así sea siendo amigos o siendo “uno” construyamos un mundo, nuestro mundo, lleno de amor. No hay más.
[1] calentura, aquí se refiere a atracción sexual, [2] Me permito aquí exponer que creo que los cuentos de hadas son una estafa y que tenían por propósito mantener la reproducción de la raza humana. Siempre terminan con la frase “y se casaron y fueron muy felices”. A nadie le dicen que es justo en ese punto cuando empiezan los problemas y se pone a prueba el verdadero amor. El dragón no está afuera, sino que convive con ellos día a día
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