¿Cuál Licenciada?
Ella, la única y siempre bien ponderada, hija mía. Regia y diva. También inteligente y después de 5 años “Licenciada en Ciencias en la Administración de Empresas”.
Por fin el Grado Académico y que es más específico que la carrera de “Ingeniero Comercial”. Esta invención chilensis de ser entre “humanista y matemático”, entre “Tongoy y Los Vilos” o “quién sabe qué”. Es algo análogo a una cortapluma suiza, sirve para todo, aunque es bastante complicado cortar con el tenedor en un extremo y el cuchillo en el otro. Bueno cosas de suizo, el chocolate se come con la mano.
Cuando uno pregunta qué hace un Ingeniero Comercial aparece una interminable lista desde ser comerciante ambulante hasta presidente. Lo importante que donde sea que se desempeñe, haya dinero de por medio. Se puede administrar, multiplicar, invertir y robar... perdón, esos son los políticos inescrupulosos. Toda la gracia del Ingeniero Comercial es convertir en oro lo que tocan, algo así como el Rey Midas, pero de rey a paje, cualquiera, en cualquier nivel y cualquier escenario.
Yo diría que guardando las proporciones, son algo así como los “maestros chasquillas”. Le pegan a todo, mejor o peor dependiendo del escenario, pero nunca quedan mal.
La Licenciada, cuando decidió entrar a estudiar esta carrera, consideró justamente esa posibilidad de tener un amplio espectro para desempeñarse, aun cuando después le significara continuar con una especialización.
Yo feliz de que haya alcanzado este hito, se ve más cerca la luz al final del túnel, o mejor dicho, más cerca el final del arancel.
La ceremonia, como todas. Sorprendentemente el coro no cantó el típico Gaudeamus Igitur, que significa “alegrémonos pues”. El director del coro un tanto bipolar. Primero cantan un “Aleluya” y después una parte de “Porgy y Bess” de Gershwin. Y a continuación la larga letanía de nombres, besos, saludos de mano y entrega de certificado, más la foto oficial de rigor, para cada uno de los aproximadamente 100 licenciados.
Durante la entrega no falta la mamá o papá chocho que grita cuando sale su querubín al escenario. Ellas, como siempre producidas con mejor o peor gusto, pero lindas. Ellos, como siempre, exceptuando honrosas excepciones, disfrazados de traje. Se nota que no lo usan nunca y menos que se saben hacer un nudo en la corbata. ¡Qué desperdicio! ¡Si supieran lo sexy y atractivo que es ver un hombre de traje, pintoso, con el pelo y la barba arreglados, ya sea en estilo casual o hiper formal...!
Y eso sería todo... foto oficial, saludos varios y calabaza, calabaza, cada familia con su licenciado a celebrar a su casa.
Nosotros llevamos a la Licenciada a Park Lane, un restaurante que es parte del hotel Park Plaza en la antigua calle Lyon cerca de Providencia. Con ese verdor de los añosos plátanos orientales que le dan esa característica especial al sector.
A la llegada fuimos conducidos a nuestra mesa redonda, decorada con una sutil rosa roja. Todo el entorno agradable, decorado en tonos marfil y burdeo y con acompañamiento de música en vivo. Arreglos sutiles de música contemporánea. Hasta un reggeton, “Despacito”, finamente interpretado y adecuado para acompañamiento de la cena.
El buffet de entradas variado: con cecinas y quesos, aceitunas negras y verdes, fondos de alcachofa, choclito de coctel, ceviche, pulpo, calamar, mariscal, zapallitos italianos, lechugas, tomates y otras ensaladas con mezclas diversas. También había sopa y salsas como aderezo. Todo muy bien presentado y con la mirada atenta del personal para reponer lo que se fuera acabando.
De plato de fondo había tres sugerencias o una carta amplia para elegir lo que se quisiera.
Del buffet de postres igualmente variedades de postres de leche, frutas frescas y tortas. Cada cual a su gusto podía hacer las combinaciones que más le agradaran.
Para beber la Licenciada, una sommelier amateur, pero que me consta de que de vinos sabe, entregó su opinión favorable tanto al tinto y al blanco. Parece que eran Doña Dominga de la Casa Silva. Solo se limitó a decir que el vino blanco se acercaba más a un Sauvignon Blanc que a un Chardonnay, porque este último es más dulce. Yo abría los ojos ya que en Chile hasta el “Cartoné Saviñón”[1] lo encuentro bueno, las pocas veces que lo pruebo.
Para no ser menos, yo hice mi evaluación del agua tónica con limón que estaba tomando: “La proporción de agua carbonatada y quinina junto a la mezcla de limón agregada, está en su justa medida, refrescante, con cuerpo y ese aroma especial a gaseosa con aires de cítrico de la estación que evoca aquellos momentos de alivio cuando la sed se ha hecho presente”.
Y entre ensaladas, fondo y postres transcurrió la conversación saltando de tema en tema entre los comensales: La Licenciada, sus padres (yo y el Ex) y el hijo putativo, entiéndase el novio eterno de la Licenciada. Debo en este espacio hacer un reconocimiento especial a este sacrificado seguidor incondicional de la Licenciada. Le aguanta todo. Yo creo que está pagando una manda. Pero, puchas que le ha salido cara. En todo caso adorable, único y estiloso. Con su corbata de humita dorada y camisa azul se veía top. Siempre preocupado de hacer juego con la Licenciada, pero nunca opacarla. La estrella siempre va a ser ella.
Me sorprendió el nivel de tolerancia del Ex cuando contaba que en varias actividades culturales había disfrutado la compañía (junto con líquidos y manjares) de militantes izquierdistas, estos pipiolos del siglo XXI, algunos no tan jóvenes, mientras él, por su parte, públicamente en el bando de los pelucones.
También salió a la palestra alguna cita célebre, la opinión de peso de la Licenciada respecto a la definición de “valor” desde la perspectiva económica y así pasamos una grata velada entre risas, bromas y emoción de ver cómo ha crecido la Licenciada.
Finalmente, con té y café, terminamos apaciblemente nuestra cena para que la Licenciada recuerde este día especial.
Luego llamamos al MUBER[2]. Me llamé yo misma. MUBER es la abreviatura de “Mommy + UBER”. La única diferencia con UBER es que es un servicio sin fines de lucro, es más, con fines puramente recreativos y solidarios.
Nos fuimos de nuestra agradable cena en Park Lane, cual Cenicientas a la medianoche.
Providencia, 25 de abril de 2018
[1] Cartoné Saviñón: forma coloquial para referirse al vino envasado en caja de cartón (normalmente de Tetra Pack).
[2] MUBER: palabra derivada de UBER, servicio de transporte.
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