Érase una vez un ángel en el cielo que recibió una importante misión. Él era el ángel 4 fantastillones [1] 756 mil 231. Su creador lo identificaba igual que a todos los ángeles que existen. Solo los más destacados poseen un nombre humano. Hemos escuchado del Ángel Gabriel, del Ángel Miguel y otros. Seguro que debe haber algún Luis o José que todavía no conocemos.
- “Debes ir a divinizar a unos humanos.”
- “Pero si son humanos”, contestó 4F756.231.
- “Bueno, entonces lo diré de otra forma, debes ir a “humanizar” a unos humanos”.
Los humanos no saben que ser Ser Humano de alguna manera es ser divino. Ser parte voluntariamente de este universo los hace especiales. Gran parte de su vida lo olvidan.
- “Bueno, lo que usted diga. ¿No le parece que soy un poco joven e inexperto para una misión como esa?”
- "No. Nunca doy una misión que no pueda ser cumplida. Si así fuera, estaría cometiendo un grave error y como sabes, yo no cometo errores, porque sino el orden en el universo no existiría".
- “Pero he visto que a veces las cosas no salen como se espera”.
- "Claro, porque mi regalo a algunas de mis creaciones es la facultad de elegir, de tomar decisiones y que cada uno sepa por sí mismo que es parte de mí”.
- “Ah…”
- “Por ejemplo, tú. Te estoy encargando una misión, pero no te puedo obligar. Sino quieres, no lo haces. Seguirás siendo un ángel hasta que puedas volver a tener la oportunidad de ser recompensado en la medida de tu generosidad”.
- “Sí, quiero”.
De pronto todo se apagó. 4F756.321 no sabía bien donde estaba. Se dio cuenta que ya no era el mismo. Miró a su entorno, quiso preguntar algo y no pudo. De pronto apareció una humana que le sonreía y entonces entendió que estaba en el mundo de los humanos. Lo llamó “Andresito” o “Andy”, porque en verdad en este planeta no siempre se dirigen a uno por el nombre, sino por el apodo o diminutivo.
Así empezó la misión de 4F756.321. No lo habían enviado con un instructivo detallado. Sabía, por lo que había aprendido en la academia de los ángeles, que había que dejar que sucediera el milagro de vivir. Con cosas dulces y amargas, pero que este contraste permite la evolución del ser.
Entonces se convirtió en humano. Creció, comió e hizo lo mismo que hacen los humanos desde que nacen. Primero no entendía mucho, por qué había que humanizar humanos. En realidad había que divinizar humanos. Primero parecía fácil, porque si habían sido creados a imagen y semejanza de su creador, el que no comete errores, no sería muy difícil que se alinearan.
Pero no era así. Los humanos habían olvidado la compasión y el amor. Daban vuelta la cara en la calle para no ver un mendigo, no se preocupaban de aquellos que sufrían y en definitiva se habían vuelto muy egoístas.
Siempre tenían aires de grandeza. Siempre estaban pensando en aquello que comprarían, qué profesionales exitosos serían sus hijos en el futuro y así un sinfín de deseos para satisfacerse de una u otra manera a sí mismos, total los problemas de otros, son de los otros.
¿Cómo podría en definitiva hacerlos comprender que todos somos uno? ¿Qué al igual que los Mosqueteros somos todos para Uno y Uno para todos?
Entonces, un día que lo llevaron al doctor para saber su estado de salud, a 4F756.321 se le ocurrió una idea:
- “Voy a hacer que estos humanos presten atención a las cosas importantes. Sé que va a ser difícil para mí en este cuerpo de humano, pero más difícil va a ser para ellos. Es la única posibilidad que tienen de humanizarse, digo de divinizarse y si es así después compartiremos experiencias en el mundo de los ángeles”.
Así, después de los exámenes de rigor, el doctor dio un diagnóstico lapidario:
- “Andrés está muy enfermo. Trataremos de que viva, pero es muy difícil”.
A los padres humanos de 4F754.231 se les vino el mundo encima. Cómo cumplirían todas sus expectativas con esta terrible noticia…
Entonces, empezó el aprendizaje…
Para 4F754.321 fue una experiencia nueva. Conoció el dolor, el hambre, el frío y el calor. En el mundo de los ángeles todo es ideal. Allá no se pasan estas penurias humanas. Pero estaba absolutamente convencido de que su misión la podía cumplir. Quien lo había enviado no comete errores, por lo tanto, tendría la fuerza necesaria para divinizar a estos humanos.
La familia humana de Andrés primero vivió un desconcierto total. Todas sus expectativas, su vida hasta como la había conocido, cambió de la noche a la mañana. Lloraron, se reunieron y se propusieron poner todas sus energías en la recuperación de Andrés.
Esta catarsis despertó esa chispa interior en cada uno de ellos y empezó el proceso de divinización. Se dieron cuenta de que había cosas más importantes que el futuro: era vivir el presente. Alegrarse con los días buenos que tenía Andrés y entregarle apoyo y compañía en aquellos días malos. En resumen, habían despertado la chispa del amor. Vieron que había otros humanos y que la alegría de ellos les daba fuerzas para seguir adelante. Ellos empezaron a entregar amor y apoyo a otros. Vieron cómo médicos y enfermeras se entregaban en cuerpo y alma para atender a niños enfermos como Andrés. También se sorprendieron de la entereza y fe de otros humanos.
Y así pasaron, largos meses en este camino, de sufrimiento según algunos, de aprendizaje según 4F756.321.
Un día, cuando faltaban pocos meses para que 4F756.321 cumpliera 3 años terrestres entre los humanos, escuchó una voz que le dijo
- “Bien, 4F756.321, has cumplido tu misión. Los humanos se han divinizado. No son los mismos que cuando llegaste. Ahora gastan sus energías en cosas importantes. Aprendieron a conocer el amor, porque tú se los mostraste”.
De pronto todo se oscureció. 4F756.321 vio una luz y caminó hacia ella. Había vuelto. Estaba en el mundo de los ángeles. Fue recibido como héroe. Los ángeles son muy entrometidos y habían observado todo lo que había hecho 4F756.321.
- “¿Qué va a pasar con los humanos ahora?”, preguntó 4F756.321.
- “Ahora, van a vivir entregando amor. Ya no se voltearán para no ver el sufrimiento y su egoísmo se habrá olvidado. Te recordarán siempre como Andrés. Dirán que fuiste un luchador y ellos lucharán también por el amor y la justicia. La generosidad no va a ser una cosa rara, sino que algo que practicarán toda la vida”.
- “Pero cuando venía hacia la luz, sentí que los humanos estaban muy tristes”.
- “No te preocupes. Esa tristeza es energía muy poderosa que podrán transformar en amor. Cuando llegue su tiempo los vas a ir a encontrar a la puerta y les contarás todo lo que pasó”.
- “Pero no me van a conocer…”
- “Sí. Porque desde ahora eres oficialmente nombrado como “Ángel Andrés”. Ya no eres más 4F756.321, porque tu generosidad hacia los humanos, las decisiones difíciles que tomaste, te han puesto en un lugar especial”.
Desde ese momento el Ángel Andrés está en el mundo de los ángeles esperando la llegada de los humanos que humanizó, digo que divinizó.
FIN
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